
Bueno, el caso es, que “algo” hice… (Aparte de engordar,
cebada por mí madre como si me fuera a sacrificar para hacer longanizas…) Me
apunté a un curso gratuito para parados sobre guión documental, fui al cine, al
teatro, me fui a Benicassim a la playa, fui al SOS en Murcia, a Alicante… Leí
mucho, escribí mis mierdas, pensé demasiado…, eché de menos Londres, vi a mis
amigos, trabajé de animadora en una fiesta, no quedó exposición en Madrid que
no visitara… y me apunté a inglés por eso de no perderlo. Resulta que mi nivel
del idioma es una auténtica mierda aquí y en España NO. Me sorprendió y me puse
contenta. También me pareció muy triste… que pena de educación tenemos por
Dios…
Mis clases de inglés eran divertidas. Como me sentía la
lista de la clase hablaba mucho… y atendía poco. Un día la profesora que era de
un pueblo cerca de Londres empezó a decir que en U.K. se engordaba… que la
comida es muy “fat” y que se comía mal… No pude callarme… “Eso no es verdad. En Londres se adelgaza, porque simplemente no tienes
dinero para comer” Todos rieron… Sí, sí, reíros… es verdad. Yo perdí 6
kilos el año pasado… dos tallas… me empezó a valer ropa de cuando estaba en la
universidad… Durante unos meses comí una vez al día (a veces ni eso) y mi cena
consistía básicamente en cerveza. La cebada y el trigo son cereales… yo creo
que algo me alimentaban… y alimentan.
Quizá es mi culpa… soy tan social que prefiero gastarme
el dinero en pintas con mis amigos que en un restaurante… (Y aquí va la súper excusa:
además de resaca escribo mejor y soy más ingeniosa…haha) Por otro lado están las
fiestas interminables londinenses que “misteriosamente” pueden quitarte las
ganas de comer durante dos días… (Lalalalaaa) Y si eres una persona inquieta
en Londres no paras, estás activo, mental y físicamente, quemando energía constantemente… siempre
hay algo que hacer o que ver… como sabiamente dijo Samuel Johnson “Cuando un hombre se aburre en Londres, está aburrido de vivir, porque
en Londres está todo lo que la vida puede ofrecer”.
Ahora sí, aquí,
“morirse de hambre”, puede llegar a ser literal… Como me dijo Mikel mi
primer día en Londres “Come, Bea, come… que no sabes cuándo se va a volver a
repetir…” y él lleva aquí 11 años… así que supongo que sabe de lo que
habla. El caso es, que yo tampoco he tenido hambre. A mí en Londres se me
olvida comer. Tengo tantas cosas en la cabeza… ésta ciudad me agita tanto
por dentro, tengo tanto que hacer y explorar… que comer es lo menos importante
del día. No tengo tiempo. Es como los síntomas al principio de un enamoramiento…
pierdes el apetito… estomago cerrado y demás… y desde luego yo estoy
completamente pillada por esta ciudad. La amo, profundamente.
Para mi madre esto no tiene ni pies ni cabeza… y no lo
entiende. A ella nunca le faltó comida en su pueblo a pesar de vivir final de guerra
y postguerra. Aún así su obsesión por la comida es tal… que parece que hubiera
estado encerrada en Auschwitz… y sufre, sufre en la distancia porque no sabe si
su hija pequeña come y sobre todo, por no vigilar exactamente qué es lo que come…
Por eso, cuando voy a verla, quiere que me alimente dándome cantidades ingentes
de alimentos… y así tener reserva de grasa suficiente para resistir. La mujer me
compra mil productos Made in Spain para que me los traiga. Yo lo agradezco…
pero al principio de llegar a su casa, me pasa como en “Supervivientes” cuando
los concursantes apenas comen y de repente, ganan una recompensa y se ponen a
comer como bestias ansiosas… al final la ingesta te sienta fatal…
Para mí desde luego, Londres es mejor que la famosa
clínica Buchinger… Llevo 20 días, sin darme ni cuenta y sin sufrimiento alguno…
ya he perdido al menos 2 kilos. Vives en una
eterna “operación bikini” algo paradójico teniendo en cuenta que lo de
bañarte está complicado… el año pasado metí en la maleta mi bikini favorito y
un pareo… ¡ilusa de mí! Ahí están en el armario esperando ver el sol…
Te sorprendes a ti mismo de cómo estiras el dinero cuando
no lo tienes… Ya os he hablado de las famosas judías congeladas del
Iceland ¡¡por UN pound!! Me duran tres días… y se han convertido en la
base de mi alimentación. Aparte del producto español que me traigo siempre en
mi maleta-despensa.
Pero
que aquí se come mal, es un mito… a ver, quizá no se coma tan bien como en
España ¡qué duda cabe…! pero no se come mal, de verdad.
Tienes una variedad extrema…muy buenos restaurantes de todas partes del mundo y
a todos los precios… y además auténticos… (Quiero decir, si vas a un chino, no
esperes arroz tres delicias… ni tenedores…) Comprar alimentos no es tan caro… si sabes buscar bien y
comparar precios… hacerte la comida en casa ya te sale case igual que en
Madrid… Lo cual me alucina. Además, cómo es una puta isla, encuentras de todo
porque llegan productos de todas partes del mundo (menos las manzanas, las
fresas… y los cerdos… que les sobran…). Eso sí, como curiosidad decir que a
veces es más barato comer fuera que en tú casa… pero lógicamente, si tienes éste
habito por norma… sí que engordaras como decía mi profesora de inglés… pero ni
más ni menos que si sales a cenar o comer todos los días a restaurantes en
España.
Luego está el tema transporte… sí, es caro… pero cuando
he vuelto a Madrid también me ha parecido caro para los sueldos que allí se
tienen. Aquí usas la bici… Medio de trasporte ecológico, barato y con el que
encima haces deporte… ¡¡mejores piernas no he tenido en mi vida!! ¿Quién necesita
pagar un gimnasio? Mi Lucy me lleva a todas partes y los coches nos respetan. Es
verdad que me costó al principio, porque como la mayoría sabéis, soy disléxica.
Y eso supone arriesgar tú vida y vivir al límite en una ciudad donde se circula
al revés… La derecha y la izquierda… Puff un calvario para mí y la razón por la
que mi madre cree que no voto al PP como hace toda mi familia… porque me
confundo…
La falta de dinero en esta ciudad tan cara te hace
despertar la mente, agudizar el ingenio, convertirte en un buscavidas, aprender
a priorizar y sacrificar algunas cosas por otras… No tengo ni un duro…¡¡¡ pero
ay!!! Cómo es mí amado Londres que sí quieres vivir aquí… mejor, corrijo:
sobrevivir aquí, ¡¡¡él te lo permite...!!! Aunque no te asegura que vaya a ser
fácil, como en una relación de pareja, igual.Conclusión: Nunca he tenido menos dinero en mi vida y he sido más feliz al mismo tiempo. Aparte de tener una talla 38… con casi 35 años. ;D
Estoy que me salgo...!!