miércoles, mayo 15, 2013

DE LA CATA DE VINOS (BUSCANDO “EL VINO IDEAL”)


Hoy voy hablaros del “vino” por si algún día lee esto mi madre o llegara a ojos de una hipotética descendencia… Hoy NO llamaré “al pan, pan y al vino, vino”… leed entre líneas.

Por lo visto, el Vino, según testimonios arqueológicos en los montes Zagros (entre Irak e Irán), surge por primera vez durante el Neolítico y algunos vinos de por allí se han quedado con cierto gusto por esta misma época.
Para obtener un buen vino hay diferentes factores que aunque no lo creáis importan bastante… factores geográficos, de temperatura, tipo de uva y racimo… Cosas que SÍ importan.

Para la degustación del vino se pueden emplear todos los sentidos. Vista, olfato, oído, tacto y sabor (y probablemente por este orden…)
La maduración del vino es muy importante y un paso previo al embotellado… es un proceso largo, largo… muy largo y es probable, que jamás ocurra. Otras veces se embotella antes de tiempo y lo único que conseguimos es avinagrarlo. Los tiempos con el vino son muy importantes porque en general los llevan mal… no se puede ni ir muy rápido, ni muy despacio… con lo cuál es mucho más fácil dejarlo en manos del azar, que fluya y que él decida, porque si intentas vigilarlo y cuidarlo, fijo se echa a perder.

El vino consumido con moderación es muy bueno para la circulación y para el corazón… pero como siempre, hay que tener cuidado porque un consumo irresponsable nos puede producir evidentes signos de intoxicación… puede ser un depresor del sistema nervioso central y llevarnos al más terrible insomnio o, por el contrario, un dormir profundo del embriagado… dejamos de vivir nuestra vida por un sueño etílico que puede no llevarnos a ninguna parte perdidas en una nebulosa fruto de nuestra borrachera.
Dicen que existen dos criterios fundamentales de clasificación de los vinos: el geográfico y otro que depende de cómo el vino está hecho. Yo los dividiré en geográfico y el resultados de su ingesta. Pasemos ya con la cata y los diferentes tipos que he encontrado…

Vino cabezón: Este vino es muy pesado. Lo pruebas una vez y el dolor de cabeza de la mañana siguiente es insoportable… tienes claro que no vuelves a repetir. La cosa se puede quedar ahí… o complicarse… porque a veces, con este vino ocurre, que por más que tú lo evitas… te lo encuentras y te lo encuentras ¡por todos los bares! Siempre en la carta dispuesto a tentarte…
Vino joven: Vino con garra, con fuerza, todavía sin avinagrar, y que conserva buen cuerpo y bouquet. En caso de que ya sea más un Crianza a veces asombra el grado de madurez que posee para su edad. Teniendo en cuenta mis años… (Casi treinta y cinco) para mi las mejores añadas son las del 85 y 86. Son vinos que a pesar de su juventud te sorprenden por la sinceridad de su sabor, no te dan ninguna resaca ni sorpresas. Tanto el vino como tú tienen claro la función de cada uno y aún puedes moldearlos para ajustarlos a tus necesidades… Con lo cual, siempre es más que bien recibido para amenizar tus cenas y noches.

Vino avinagrado: Es que ni un trago vamos…!!! Lo ves venir… escupes y sales corriendo.
Vino traicionero: estás convencida de que este vino va a ser bueno, su sabor, cuerpo, aroma… todo te convence y de hecho, durante un tiempo lo tienes en tu mesa para cenar casi todas las noches… hasta que un día… se convierte en cabezón y a veces en un Don Simón barato al que no quieres volver a ver ni el tetrabrik porque vomitas.

Vino espumoso: Entra fácil, es suave y sube deprisa. Con poco que bebas te pones contenta, pero como se bebe como agua… se acaba rápido. Y aunque nos gusta… no se suele conseguir tan fácilmente por los bares.
Quita penas: Variante de un vino dulce que es muy necesario de vez en cuando. Su propio nombre lo indica. Lo pides muy consciente del efecto que quieres buscar… Te lo bebes ávidamente, no das cuartel… y te acabas las existencias del bar sí hace falta. ¿Resaca? Pues sí, suelen darla… pero pronto se olvida. Durante la noche que lo has consumido la pena se te olvida y retomas tu vida tan contenta al día siguiente.

 Si hablamos geográficamente…
He de reconocer que me siento gran admiradora del vino francés. Está bueno. Me gusta, es fino y con muy buenos resultados en tu mesa… Este vino te trata como si no hubiera más catador en el mundo que tú aunque sea sólo para una noche… corremos el riesgo de intoxicarnos y a veces es verdad que es muy suyo… vino orgulloso… te intenta convencer que en el resto del mundo no existe ningún otro vino bueno… y eso, no es cierto.

El vino Latinoamericano no está mal… te sube los colores y la temperatura muy rápidamente… a veces pueden resultar algo pegajosos al paladar… mi favorito es el Chileno y en ocasiones el Colombiano… pero con moderación y sin abusar porque pueden agobiar y resultar cansinos al estomago y terminar necesitando un Almax.
El vino italiano normalmente tiene una envoltura fabulosa que te entra por los ojos… quieres pedirlo según ves la botella, pero eso amiga, no te asegura una buena digestión.

El vino Australiano es un vino divertido, para un rato te lo pasas en grande, es como el norteamericano, un vino Californiano es siempre una alegría…
He dejado para el final el vino español… en España hay muy buen vino joder, esto es así… sobre todo tirando hacia al norte… y además, contamos con que tenemos las mismas raíces… ya es un tema de factor cultural… claro, hablamos el mismo idioma en la mesa… y eso facilita el entendimiento y asimilación del alcohol.

Me han hablado muy bien del vino portugués y del Neocelandés, y el inglés, de momento tampoco he tenido el gusto. Los nórdicos y africanos para mí son un misterio… pero es que los vinos muy claruchos o muy oscuros no me atraen nada… y la verdad, no me apetece ni catarlos… Ah! Me olvidaba de los vinos orientales… ni idea de cómo serán… dicen que vienen servidos en botellas pequeñas… pero es que tampoco soy de gustos muy exóticos que queréis que os diga.
Para mí lo más importante es que me sea un buen vino que me haga reír… Así soy yo. Por lo tanto, el vino que escojas para aderezar tú mesa tiene que ser divertido y hacértelo pasar bien ya estemos ante una velada larga o corta. Depende de lo que se busque…

Mi favorito: combinación de joven y francés. (Por si lo os preguntáis)

Estoy hablando siempre desde mi experiencia, se puede estar o no de acuerdo… mi opinión no es mejor que la de nadie y tampoco me considero una experta enóloga… Para gustos los colores o en este caso: los vinos.

Tengo suerte de vivir Londres porque aquí hay una gran variedad de vinos. Como buena ciudad cosmopolita y multicultural que es… puedes encontrarlos de cualquier parte del mundo. Prácticamente todos los países de la tierra tiene su representación en esta fascinante ciudad. Estoy intentando probar los más que pueda en busca de un “vino ideal” que se adapte a mis exigencias y delicado paladar. Ardua tarea amiguitas, ya os lo digo... no desistiré… aunque en el fondo sé que no existe tal vino, pero mira, por el camino yo me entretengo… lo de ir catando mola.


 “Un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con las películas, nace y renace en cada saboreador.
Federico Fellini

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