Por lo visto, el Vino, según
testimonios arqueológicos en los montes Zagros (entre Irak e Irán), surge por
primera vez durante el Neolítico y algunos vinos de por allí se han quedado con
cierto gusto por esta misma época.
Para obtener un buen vino hay
diferentes factores que aunque no lo creáis importan bastante… factores
geográficos, de temperatura, tipo de uva y racimo… Cosas que SÍ importan.
Para la degustación del vino se pueden
emplear todos los sentidos. Vista, olfato, oído, tacto y sabor (y probablemente
por este orden…)
La maduración del vino es muy
importante y un paso previo al embotellado… es un proceso largo, largo… muy
largo y es probable, que jamás ocurra. Otras veces se embotella antes de tiempo
y lo único que conseguimos es avinagrarlo. Los tiempos con el vino son muy
importantes porque en general los llevan mal… no se puede ni ir muy rápido, ni
muy despacio… con lo cuál es mucho más fácil dejarlo en manos del azar, que
fluya y que él decida, porque si intentas vigilarlo y cuidarlo, fijo se echa a
perder.
El vino consumido con moderación es muy
bueno para la circulación y para el corazón… pero como siempre, hay que tener
cuidado porque un consumo irresponsable nos puede producir evidentes signos de
intoxicación… puede ser un depresor del sistema nervioso central y llevarnos al
más terrible insomnio
o, por el contrario, un dormir profundo del embriagado… dejamos de vivir
nuestra vida por un sueño etílico que puede no llevarnos a ninguna parte
perdidas en una nebulosa fruto de nuestra borrachera.
Dicen que existen dos criterios
fundamentales de clasificación de los vinos: el geográfico y otro que depende
de cómo el vino está hecho. Yo los dividiré en geográfico y el resultados de su
ingesta. Pasemos ya con la cata y los diferentes tipos que he encontrado…
Vino cabezón: Este vino es muy pesado.
Lo pruebas una vez y el dolor de cabeza de la mañana siguiente es insoportable…
tienes claro que no vuelves a repetir. La cosa se puede quedar ahí… o
complicarse… porque a veces, con este vino ocurre, que por más que tú lo
evitas… te lo encuentras y te lo encuentras ¡por todos los bares! Siempre en la
carta dispuesto a tentarte…
Vino joven: Vino con garra, con fuerza,
todavía sin avinagrar, y que conserva buen cuerpo y bouquet. En caso de que ya
sea más un Crianza a veces asombra el grado de madurez que posee para su edad.
Teniendo en cuenta mis años… (Casi treinta y cinco) para mi las mejores añadas
son las del 85 y 86. Son vinos que a pesar de su juventud te sorprenden por la
sinceridad de su sabor, no te dan ninguna resaca ni sorpresas. Tanto el vino
como tú tienen claro la función de cada uno y aún puedes moldearlos para ajustarlos
a tus necesidades… Con lo cual, siempre es más que bien recibido para amenizar
tus cenas y noches.
Vino avinagrado: Es que ni un trago vamos…!!!
Lo ves venir… escupes y sales corriendo.
Vino traicionero: estás convencida de
que este vino va a ser bueno, su sabor, cuerpo, aroma… todo te convence y de
hecho, durante un tiempo lo tienes en tu mesa para cenar casi todas las noches…
hasta que un día… se convierte en cabezón y a veces en un Don Simón barato al
que no quieres volver a ver ni el tetrabrik porque vomitas.
Vino espumoso: Entra fácil, es suave y
sube deprisa. Con poco que bebas te pones contenta, pero como se bebe como
agua… se acaba rápido. Y aunque nos gusta… no se suele conseguir tan fácilmente
por los bares.
Quita penas: Variante de un vino dulce
que es muy necesario de vez en cuando. Su propio nombre lo indica. Lo pides muy
consciente del efecto que quieres buscar… Te lo bebes ávidamente, no das
cuartel… y te acabas las existencias del bar sí hace falta. ¿Resaca? Pues sí,
suelen darla… pero pronto se olvida. Durante la noche que lo has consumido la
pena se te olvida y retomas tu vida tan contenta al día siguiente.
El vino Latinoamericano no está mal… te
sube los colores y la temperatura muy rápidamente… a veces pueden resultar algo
pegajosos al paladar… mi favorito es el Chileno y en ocasiones el Colombiano…
pero con moderación y sin abusar porque pueden agobiar y resultar cansinos al
estomago y terminar necesitando un Almax.
El vino italiano normalmente tiene una
envoltura fabulosa que te entra por los ojos… quieres pedirlo según ves la
botella, pero eso amiga, no te asegura una buena digestión.
El vino Australiano es un vino
divertido, para un rato te lo pasas en grande, es como el norteamericano, un
vino Californiano es siempre una alegría…
He dejado para el final el vino
español… en España hay muy buen vino joder, esto es así… sobre todo tirando
hacia al norte… y además, contamos con que tenemos las mismas raíces… ya es un tema
de factor cultural… claro, hablamos el mismo idioma en la mesa… y eso facilita
el entendimiento y asimilación del alcohol.
Me han hablado muy bien del vino
portugués y del Neocelandés, y el inglés, de momento tampoco he tenido el
gusto. Los nórdicos y africanos para mí son un misterio… pero es que los vinos muy
claruchos o muy oscuros no me atraen nada… y la verdad, no me apetece ni catarlos…
Ah! Me olvidaba de los vinos orientales… ni idea de cómo serán… dicen que vienen
servidos en botellas pequeñas… pero es que tampoco soy de gustos muy exóticos que
queréis que os diga.
Para mí lo más importante es que me sea
un buen vino que me haga reír… Así soy yo. Por lo tanto, el vino que escojas
para aderezar tú mesa tiene que ser divertido y hacértelo pasar bien ya estemos
ante una velada larga o corta. Depende de lo que se busque… Mi favorito: combinación de joven y francés. (Por si lo os preguntáis)
Estoy hablando siempre desde mi experiencia, se puede estar o no de acuerdo… mi opinión no es mejor que la de nadie y tampoco me considero una experta enóloga… Para gustos los colores o en este caso: los vinos.
Tengo suerte de vivir Londres porque aquí hay una gran variedad de vinos. Como buena ciudad cosmopolita y multicultural que es… puedes encontrarlos de cualquier parte del mundo. Prácticamente todos los países de la tierra tiene su representación en esta fascinante ciudad. Estoy intentando probar los más que pueda en busca de un “vino ideal” que se adapte a mis exigencias y delicado paladar. Ardua tarea amiguitas, ya os lo digo... no desistiré… aunque en el fondo sé que no existe tal vino, pero mira, por el camino yo me entretengo… lo de ir catando mola.
“Un buen vino es como una buena película: dura
un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y,
como ocurre con las películas, nace y renace en cada saboreador.
Federico Fellini
Federico Fellini
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